domingo, 28 de noviembre de 2010

Investigación y ciencia (noviembre)

Los especialistas forenses emplean sus conocimientos de biología y de química de la descomposición, además de las variables que afectan a la velocidad de desintegración, para calcular el momento del fallecimiento de una persona y para ayudar a los investigadores a descubrir tumbas clandestinas.


Y en polvo nos convertiremos (Arpad A. Vass):

Unos cuantos conceptos básicos antes de meternos en harina. Tras la muerte, la descomposición del cuerpo humano se sucede en cuatro fases. La fase final (reducción esquelética) puede completarse muy pronto, al cabo de tan sólo dos semanas del fallecimiento, o prolongarse hasta dos años después, dependiendo de la temperatura, la humedad y oras condiciones ambientales del lugar donde yace el cuerpo. Los cadáveres desprenden una variedad de compuesto, desde benceno hasta freón, que ayudan a los científicos forenses a localizar tumbas clandestinas.

Fase 1: Reciente o cromática (días 1 a 6)
Pocas horas después del fallecimiento los músculos adquieren rigidez (rigor mortis) debido a que las células ya no bombean iones de calcio. La acumulación de ácido láctico de las células (al carecer éstas de oxígeno) también causa contracción muscular. El rigor mortis alcanza su máximo a las 24 horas, pero, a medida que las células sucumben a la autolisis (autodigestión celular), los tejidos se aflojan. El cuerpo empieza también a enfriarse (algor mortis), a un ritmo de 0,8ºC por hora, hasta alcanzar la temperatura ambiental (naturalmente este ritmo depende de las condiciones climáticas, el vestuario y el tamaño del cuerpo). Una o dos horas después del óbito, los eritrocitos y leucocitos de la sangre van sedimentando por efecto de la gravedad (livor mortis). La máxima coagulación se produce entre las 6 y las 12 horas de la muerte.

Fase 2: Enfisematosa (días 24 a 50)
Transcurrida una semana, la liberación de los fluidos ricos en nutrientes estimula la aparición de distintos microorganismos que continúan la licuefacción de los tejidos blandos. Bacterias, hongos y protozoos atacan los tejidos y forman múltiples gases, entre ellos dióxido de carbono, metano, sulfuro de hidrógeno, amoniaco y diversos compuestos volátiles, como el benceno.

Fase 3: Descomposición activa (días 24 a 50)
En esta fase, los coleópteros y larvas de moscas y algunos carnívoros se unen a los microorganismos en la tarea de eliminar los restos de tejidos. Gran parte de la masa muscular y las grasas del cuerpo han quedado reducidas a una sustancia fétida, pastosa y semifluida. Si existen condiciones de alcalinidad, además de una temperatura y humedad elevadas, los lípidos (principalmente los triglicéridos) experimentarán la saponificación, una reacción química que da lugar a la adipocera.

Fase 4: Reducción esquelética o fase seca (días 51 a 64)
En esta etapa se eliminan los últimos restos de tejido hasta quedar sólo el esqueleto humano. Empieza la descomposición de los huesos (diagénesis) que puede durar desde varios años hasta decenios.

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